VACACIONES SOLIDARIAS. UNIVERSIDAD DE VALENCIA. JULIO 2017

El domingo 23 de julio, Mª José, Ana, Esther, Aida, Rosa y Soni , iniciamos nuestra visita a la Comunidad Nativa de Chirikyacu. Nos citamos en Tarapoto, ciudad de la región de San Martín, con el profesor Carlos Rengifo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSM) quién nos hizo una gran acogida tras acomodarnos en los alojamientos de esta bonita ciudad. Por la noche nos brindó una excelente cena con su adorable esposa, Mechita, y su preciosa nieta, en la que tuvimos ocasión de conversar sobre el plan del viaje a la Comunidad y sobre la recepción del Rector de la UNSM, que tendría lugar el domingo a primera hora de la mañana antes de partir hacia nuestro destino, la Comunidad Nativa de Chirikyacu. El domingo por la mañana temprano nos volvimos a citar para encontrarnos con el Rector y mantener una breve conversación sobre nuestra visita a la Comunidad y sobre el excelente trabajo que se está realizando en colaboración con la Universitat de València.

Dejando atrás los desfiles de celebración de las Fiestas Patrias de Perú, nos subimos a una furgoneta y con las mochilas cargadas nos dirigimos a San Roque donde el alcalde nos dio la bienvenida y nos enseñó los avances del acondicionamiento de la zona del río Cumbaza como zona de esparcimiento para la población y sus visitantes.
El primer contacto con parte de la Comunidad Nativa de Chirikyacu fue en el propio San Roque, donde acompañamos al Alcalde a la recepción de una curiosa comitiva de personas con atuendos festivos, que portaban la imagen de San Martín. Allí conocimos a Remedios y otras gentes de la comunidad. Al finalizar la recepción continuamos la visita para conocer el pueblo y su gente, la familia del Alcalde nos ofreció una comida típica de la zona. Después de comer cargamos las mochilas en un coche 4x4 (pic-up) y nos dirigimos a la Comunidad de Chirikyacu.
Tras un largo trayecto compartido con gentes de las comunidades nativas de la zona, intentando mantener el equilibrio para no caer de la pic-up, llegamos a nuestro destino. Al llegar descargamos las mochilas en el albergue “Valencia Wasi”. El albergue estaba muy bien equipado, nos encantó, tanto el edificio como la situación, en plena naturaleza, y con unas vistas espectaculares.



Después de alojarnos en el albergue fuimos al Centro Social, allí estaban esperándonos el Apu (similar al alcalde de la comunidad) y representantes de la comunidad; algunas personas de la comunidad llevaban vestidos de fiesta, las mujeres iban adornadas con cintas de colores en la cabeza. El Centro se llenó de las personas de la comunidad, hombres, mujeres, niñas y niños, para darnos la bienvenida. Dijeron unas palabras de recibimiento, entre otros habló el profesor Carlos, el Apu, Milagros (representante de taller textil de las mujeres), y, a ritmo de una flauta y un instrumento de percusión, bailamos una danza. Fue un momento muy emotivo y muy divertido. Al finalizar la danza, agradecimos la bienvenida que nos hizo la gente de la comunidad.
Tras este bonito recibimiento, fuimos a cenar al comedor, donde Mechita y Rosario –la mujer que atendió la cocina del albergue durante nuestra estancia y que fue una excelente cocinera- nos habían preparado una cena riquísima, con tortitas de verduras que nos encantaron. Al terminar la cena fuimos al Tambo (espacio de encuentro, reuniones y talleres con forma circular y techo de chamizo) y allí empezaron a llegar niñas, niños y jóvenes de la comunidad para conversar con nosotras; tenían curiosidad y nos preguntaban cosas sobre nuestro país, nosotras también preguntamos sobre el día a día de la comunidad, fue una charla muy enriquecedora que se repitió el resto de las noches que estuvimos en la comunidad. Al rato nos fuimos a descansar después de un emocionante e intenso día.



Lunes 24 de julio. Madrugamos y cogimos energía con un buen desayuno; con las mochilas preparadas y una estupenda comida de arroz con verduras envueltas con un curioso “taper natural” hecho de hoja de platano, estábamos dispuestas a comenzar el trekking donde visitaríamos “Hatum Rumi” y las cataratas “Sunipi Kausani” y “Ungurawi”, en la zona del Cumbacillo naciente del Cumbaza. Esther no pudo hacer la excursión debido a la lesión en el pie, pero estuvo muy bien acompañada por Mechita y Rosario. Esther les hizo un taller de cocina y preparó junto a las cocineras una rica tortilla de patatas para la cena.
La caminata duró 8 horas, fue agotadora pero impresionante, disfrutamos de los diferentes paisajes por los que íbamos pasando. La primera experiencia fue cruzar el río Cumbaza con el Huaro (sistema de movilidad por cable que facilita el traslado sobre ríos o quebradas en lugares donde no existen puentes, una especie de telésferico hecho artesanalamente), ponerte en la piel de la gente que casi cada día tiene que hacer este esfuerzo es muy duro, pero con el esfuerzo compartido lo conseguimos. Hacia medio día hicimos un alto en el camino para compartir la comida con el Chaman Rosendo y su mujer, una fascinante pareja que vive en las montañas del Cumbaza. Compartimos nuestra comida y una interesante tertulia sobre la vida en el campo y sobre cómo Rosendo aplica su pócima “antídoto” de las picaduras de serpientes a las gentes de la zona. Retomamos nuestro camino, pasamos por campos de cultivo del cacao, café, hortalizas… hasta llegar al “Hatum Rumi”, espectacular losa de piedra compacta de más de 100 metros de longitud por la que transcurría el río. En un par de horas, tocando ya el atardecer, llegamos a la catarata de “Sunipi Kausani” donde nos dimos un baño que fue la recompensa después de la dura caminata de subidas y bajadas acompañadas por los guías.
Tras una reconfortante cena, dormimos en el Tambo con el saco y las mosquiteras, con unas vistas impresionantes, era como estar en las puertas del cielo, no habíamos visto nunca un cielo tan estrellado y nos dormimos con el sonido de la catarata de fondo. Todo un lujo.

Martes 25 de julio. Al levantarnos seguíamos impresionadas con las vistas y después de hacer unos ejercicios para reestructurar la columna vertebral, tomamos un ligero desayuno y empezamos la caminata para regresar a la comunidad.
Volvimos por otro camino más corto pero igualmente hermoso. Próximo a la comunidad, hicimos una parada en el río para darnos un baño, allí coincidimos con los niños y niñas de la escuela que estaban de excursión con sus maestras, era el último día de clase, empezaban las vacaciones hasta el 7 de agosto. Desde allí ascendimos la última gran cuesta de la montaña hasta llegar al albergue, nos dimos una reconfortante ducha y una cena buenísima que nos preparó Rosario y Mechita y a descansar.



Miércoles 26 de julio. No levantamos pronto para ver amanecer, nos tenían fascinadas los amaneceres desde el balcón del albergue. Ya más descansadas y con un buen desayuno hicimos junto a las mujeres de la comunidad un taller de barro en el Tambo. Fue muy divertido, nos enseñaron a hacer los cuencos que ellas utilizaban como vajilla. En primer lugar nos explicaron como mezclar los barros y como amasarlos para tener el trozo de arcilla con el que íbamos a hacer el cuenco. Había varias mujeres que nos iban explicando paso a paso como hacerlo y nos iban rectificando a cada una de nosotras para que los cuencos quedaran “aceptables”.
Una vez finalizados los cuencos, nos llevaron al taller donde tejen, nos mostraron el taller y diferentes productos que habían hecho (cinturones, pulseras, llaveros, bolsos…). A petición de la profesora Luisa Ruano de la UV, les llevamos unas muestras de artículos susceptibles de elaborar por ellas para ampliar su repertorio de productos (carteras, manteles, juegos de salvamanteles y servilletas…), se mostraron muy interesadas en ellos y estuvimos viendo cómo estaba hechos para que pudieran hacer algo similar ellas mismas. Para apoyar el trabajo que hacen estas mujeres y aportar a la comunidad, compramos unas pulseras, llaveros y cinturones, todo artesanía con horas de dedicación y trabajo.
Por la tarde, Evelyn, una niña de la comunidad, nos enseñó la escuela, una escuela pequeña con dos aulas donde se cursa la primaria. Muy interesante ojear los materiales didácticos que utilizan y los trabajos de los más peques de la comunidad. Para Mª José fue especialmente interesante conocer como trabajan sus colegas peruanas.

Jueves 27 de julio. Hoy es nuestro ultimo día de estancia en la comunidad, hemos visitado la granja acompañadas por Medardo -responsable del proyecto comunitario de cría de gallinas y cuyes-, más tarde acompañamos al profesor Carlos Rengifo a visitar la vecina Comunidad Nativa de Aviación, allí tuvimos ocasión de conversar con el Apu sobre la posibilidad de incorporarse al proyecto de agricultura sostenible y turismo responsable que se está implementando en Chirikyacu. Por la tarde organizamos con las niñas y niños de la comunidad una limpieza de la zona de reunión y juegos, nos pareció buena idea porque vimos que había bastantes residuos plásticos en el suelo. Hicimos una batida muy divertida para concienciar de lo importante que es mantener limpio el espacio donde vivimos. Después Rosa repartió unos caramelos y todas y todos tan contentos.
Nos dimos una vuelta por la comunidad para despedirnos de esta experiencia tan enriquecedora, paseando nos encontramos con Milagros y su marido que volvían de la plantación, nos invitaron a conocer su humilde casa.
Disfrutamos de la ultima cena en el albergue y preparamos la mochila ya que al día siguiente volvíamos a Tarapoto.



Viernes, 28 de julio. Después de despedirnos de las personas que se encontraban esa mañana en la comunidad -parte de la población había marchado a la ciudad de Lamas para la celebración de las fiestas patrias- y agradeciendo la experiencia de estos días, nos subimos en un vehículo de la UNSM y pusimos rumbo a Tarapoto. Hicimos una parada en Lamas donde tomamos café y guiados por el profesor Carlos Rengifo y Mechita dimos una vuelta por la ciudad.
Por la tarde, ya en Tarapoto fuimos a visitar la catarata de Ahuashiyacu y cerramos esta bella experiencia por la noche con una cena excelente acompañadas de la familia Rengifo.
Allí ya nos despedimos de nuestras compañeras Rosa y Soni, y agradecimos muy especialmente la atención que hemos recibido tanto del profesor Carlos como de su mujer Mechita y del buen grupo de viajeras que hemos estado juntas compartiendo esta vivencia (Rosa, Soni, Ana, Esther, Aida y Mª José). Ha sido una experiencia inolvidable la estancia en la comunidad y estos días ya forman parte de nuestras vidas. 
Queremos dar un agradecimiento especial al Profesor Javier García Gómez por su gran ayuda en la preparación de este viaje, al Profesor Carlos Rengifo por todas las atenciones que tuvo con nosotras durante la estancia en la CN de Chirikyacu, y a la gente de la Comunidad que nos acogió con mucho cariño.

Mª José, Esther, Aida, Ana, Rosa i Soni

PRÁCTICAS ALUMNA EDUCACIÓN SOCIAL 2017

La unión de la experiencia de realizar mis prácticas profesionales en una realidad totalmente diferente, con la herramienta del diario reflexivo, se ha erigido en la metodología idónea para desarrollar mi aprendizaje en su máximo valor competencial como de capacidades, de actitudes, de valores.
Tras releerme tomo conciencia de que no soy la misma que empezó a escribir esas palabras. Este viaje ha supuesto en mí el despertar de los sentidos:
Ahora miro al mundo con otros ojos: veo muchos más colores, sentimientos y formas, me fijo en más detalles, en las pequeñas cosas; por mi boca no salen las mismas palabras: estas están enriquecidas con condimentos como la equidad, la solidaridad, la humanidad, el respeto, el amor, la empatía…; mi nariz ha disfrutado de nuevos olores y ahora no quiere dejar de seguir olisqueando; escucho desde otros oídos que están más abiertos, que pueden oír y, sobre todo, entender mucho más; conozco otras texturas, otras pieles, otras manos… y así, no toco el mundo de igual forma; mis pies están seguros, mis pasos son más firmes; mis manos son más comprensivas, trabajadoras, autónomas y eficaces; siento y vibro con otra energía: positiva, veraz y capaz.
Además, tras leer todas esas páginas en blanco que se llenaron de ideas, reflexiones, sentimientos, sueños y experiencias, apenas sin darme cuenta, al recordar todo lo vivido, el interrogante de qué es cooperar (que tan presente he tenido en estos últimos meses, al que tanto miedo me daba enfrentarme, que tanto cuestionaba…) cobra ahora todo su sentido.


Adoptar la rutina de levantarme cuando sale el sol y acostarme cuando se esconde. Acostumbrarme a vivir con centenares de picadas y a convivir con cucarachas, arañas y la gran diversidad de insectos que forman la selva. Que se detenga el tiempo al vuelo de una mariposa azul. Cuando el amarillo pasa a llamarse “color sol” y el azul “color nube”. Que se convierta en hábito compartir todo lo que tienes, aunque tengas mucha hambre. Dejar y pedir que te inspeccionen el pelo en busca de piojos. Hervir el agua antes de tomarla, cocinar en candela, lavar la ropa a mano y la vajilla en tinas. Comer frejol, arroz y plátano cocinado de todas las formas posibles y a todas horas. Disfrutar de largas veladas con la familia Tapullima y sentirse parte. Aprender a valorar nuestras raíces, cultura y saberes ancestrales. Dejarse llevar y bailar al ritmo de nuevas melodías. Compartir apretones de manos con mujeres desconocidas, pero a la vez cercanas, en los largos viajes llenos de gente por carreteras intrincadas. No saber en qué día vives: los lunes ya no son lunes, todos los días son buenos, todos los días hay nuevas oportunidades, retos o aventuras. Razonar y cerciorarse de que tenemos que cuestionar la estructura social y el contexto y no a las personas. Emprender nuevos proyectos e ilusiones junto a la gente de aquí, trabajar juntos/as. Aprender a vivir sin necesidades creadas: entender lo bonito que es el mundo cuando estamos desconectados de las redes sociales y nos conectamos a la vida, a la naturaleza, a las verdaderas relaciones entre personas y animales. Cuando nos fijamos y valoramos los pequeños detalles como las miradas, la infinidad de sonidos que nos regala la selva y las tantas otras cosas preciosas y a la vez necesarias que nos perdemos por no mirar, con nuestros propios ojos, lo que nos rodea. Aprender a mirar la vida, descubrirla, sentirla y amarla. Poder desconectar de un Norte, en muchas ocasiones, avaricioso, consumista y egoísta y poder conectar con un Sur amable, natural y humano. Tejer, que va mucho más allá de confeccionar chumbes: tejer conversaciones, amistades, confianza, historias, risas, lágrimas... momentos mágicos. Cosechar café, esfuerzo y sonrisas. Pasear por las calles de Chirikyacu vistiendo una falda como la de ellas y sentirme en casa. Compartir historias, miedos, inquietudes, preguntas, curiosidades… alrededor de la candela con una taza de café caliente en la mano. Acompañar mesas pobres pero llenas de ilusión. Aprender nuevas formas, abrazarlas y amarlas: enriquecerse por lo sencillo. Aprender mucho más de lo que puedes enseñar.
Chirikyacu se ha convertido en mi hogar, mi familia, mi vida. Ha sido el pueblo humilde que me ha enseñado a caminar: la puerta que me ha permitido descubrir que otra vida es posible, otra vida muy diferente y llena de tranquilidad, paz, libertad, solidaridad y sobre todo gente buena. También la ventana que me ha permitido ver y valorar todas esas cosas tan importantes que nunca había apreciado antes.
Sin saberlo, me han regalado lo mejor que me podrían regalar.
Emma Llopis Rambla