MI MAYOR APRENDIZAJE…


Eran muchos los destinos a elegir para realizar las practicas del máster de Cooperación para el desarrollo, eran muchos los destinos fuera de España, eran muchos los destinos en Latinoamérica, pero algo dentro de mi sabía desde hace mucho tiempo, que yo el único destino que quería era Perú y sinceramente el proyecto ofertado en esos momentos no cobraba tanta relevancia como mis ganas por conocer ese maravilloso país. Una vez conocido el proyecto mis ganas por Perú aumentaron todavía más, ¡un proyecto en una comunidad nativa! Y para si esto fuera poco situada en la selva alta de la amazonia peruana.

Hace ya un tiempo que volví y aun no puedo expresar con claridad todo lo que sentí, todo lo que viví, todo lo que aprendí estando allí. Quizá ahora lo magnifique y cargue de una intensidad innecesaria mis días en Chirikyacu, pero fuere como fuere ha sido algo que me ha hecho crecer y como tal merece la pena ser contado, ser trasmitido.
Chirikyacu es una pequeña gran comunidad formada por alrededor de unas 200 personas, entre la que encontramos algunos niños, escasos ancianos  y gente adulta que se relacionan e interactúan entre ellos haciendo posible un sistema de autogestión para todos los habitantes.  Su ocupación principal y única fuente de ingresos es la agricultura migratoria, lo que inevitablemente pone en peligro la supervivencia de los suelos fértiles de la selva, debido a su sistema de quema cuando la cosecha termina. Grave problema del que se hicieron eco la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad de Valencia. Para intentar paliar la situación empezaron a trabajar conjuntamente en el proyecto de construcción de un albergue ecoturístico, facilitando así una nueva alternativa para conseguir otra opción de ingresos y mejorar el buen desarrollo de la comunidad. Y desde hace unos tres años es el único fin que persiguen las diferentes acciones llevadas a cabo en la comunidad; mejorar la calidad de vida de los habitantes de Chirikyacu.
Desde el ámbito de la cooperación mis funciones allí no estaban claramente definidas en un principio, por lo que las dudas asaltaban mi cabeza constantemente. ¿Qué podía hacer yo en una comunidad en medio de la selva con personas que no tienen nada que ver conmigo? ¿Realmente estoy preparada para esta experiencia? ¿He aprendido algo en el máster que pueda utilizar?  Un sinfín de interrogantes que sin duda se fueron resolvieron y disipando durante mi estancia.
Fueron 5 los meses que pase trabajando codo a codo con los hombres, con las mujeres, con los niños. 5 los meses que pase aprendiendo, porque hoy sin ninguna duda puedo afirmar que he aprendido mucho más de lo que haya podido enseñar.  En cada conversación, en cada taller, en cada charla, en cada caminata, en cada comida, en cada juego, en cada confidencia, en cada día a día aprendí a sacar la mejor persona que todos llevamos dentro. Aprendí a vivir sin necesidades creadas, aprendí que todo las cosas que nos unen son mucho más que las que no separan, aprendí a vivir en un contexto totalmente diferente del mío y supe que soy capaz, aprendí que la felicidad no es algo que se encuentre, sino algo que está dentro de nosotros. Hay un tipo de felicidad que ninguna cosa material puede darte, está en un paisaje, en una sonrisa, en una mirada, en un soplo de aire.
¡Me he sentido viva! La comunidad me ha dado la oportunidad de poder desarrollarme como individuo y como profesional tanto de la cooperación como de la educación, me ha permitido crear e intercambiar conocimientos. He podido poner en práctica todo lo que creía que no había aprendido en un aula.
 He aprendido que las dificultades y los errores pueden ser los mejores maestros, dificultades por tratarse de un proyecto nuevo que apenas está empezando a caminar y cuyos recursos son escasos, dificultades por ser la primera vez que se ofertan practicas para este destino, dificultades por enfrentarme a una cultura y a un modo de proceder diferente, por sentirme sola y perdida muchas veces, por tener miedo, por no saber qué hacer ni cómo hacerlo, pero gracias a todo esto hoy puedo escribir estas líneas y afirmar que ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi vida.
Mª  José Gallego Gutiérrez

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